Suspiro añorando un pasado, anhelando una vida, un sueño creado, mis latidos se aceleran cuando siento tus antiguos abrazos, ya claramente solo en el imaginario, mi vivenciar actual, transita por un rumbo muy distinto, fuiste tanto que a la vez me volví nada, pero fui tu nada, siempre tuya incluso ahora en ausencia, en una frase interminable pero siempre incompleta, en el roce de la lluvia que resbala por tus sueños en esta noche helada, incluso en el calor perdido de tu cama ahora quemada por tu sueño, por lo que siempre quisiste personificado en una musa inspiradora, que me alejó de tus certezas, que me arrojó al anonimato con nombre y exilio elegido.
Recuerdo, recuerdos de cuando aquello del amor tenía un sentido y la vida aunque un tanto inquieta prometía un nunca y soñaba un para siempre, entonces las elecciones aun solo eran sentidas, aun te tenia, aun el amor incondicional que habita tu ser me correspondía, aun las alegrías prometían y no solo eran una sensación alguna vez vivenciada, eran algo más, esa cosa sin nombre, que nos envolvió tantas noches como esta, aunque esta vez ya no te tenga, y existas solo en el discurso del recuerdo, en la aniquilación del olvido por aferrarme a un imposible de mantenerte viva en mi memoria, en mi tacto, en el roce de mis labios incluso a veces en el tacto de mi sexo.
Existes en mi existencia, en el sin sentido del gesticular palabras amables, en la caminata solitaria de un día nublado e incluso en la mirada perdida del extraño en quien en ocasiones intento encontrarme. Solo existes y ya la posibilidad de negarte se esfumo de mis manos y de mi propia realidad, tú te has ido, yo te he expulsado y esta vez solo mi cuerpo se ha quedado conmigo.