Un beso bastó para perder el juicio y caer bajo tus encantos, acariciando un cuerpo cada vez mas cálido, alejado ya del miedo y otros pesares, tus ojos extasiados y tu sed de beberlo todo me congelaron por minutos no entendiendo muy bien que ocurría, me deje guiar por tu suave piel y haciéndote mía, deseo que hace tanto guardaba en lo mas profundo de mi ser, me sentí plena, feliz, completa, y así continuo la noche siguiendo a las horas el vaivén que nuestros cuerpos pronunciaban.
Eres cuanto podría haber querido aquella noche y cuanto desearía en muchas más...
tú eres mi miedo, mi traición y mi deseo mas recóndito de mi triste existencia, mi anhelo y mi preocupación, mi sueño...
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